La revista Estampas publicó, en su edición del 8 de junio de 2008, un reportaje titulado: Ha nacido un padre.
Entre las afirmaciones, destaca la siguiente: “El instinto paternal sí existe” y yo coincido con la autora del artículo; pues en casa tengo pruebas de ello.
Dice el reportaje: “Necesitas cuidarle. Desde que nace tu pequeño te mantienes atento para responder a sus necesidades. Esto se debe a que tienes muy altos los niveles de glucocorticoides, responsables de desencadenar ciertos estados de alerta. Por eso los padres se despiertan más que las madres con el llanto nocturno del bebé (…) Y no sólo es una cuestión de hormonas: 70% de los hombres hoy día desean participar activamente en el cuidado práctico del bebé desde el principio”.
Agrega Raquel Marcos, como dato curioso: “El biólogo Desmond Morris descubrió que a las mujeres se le dilatan las pupilas al mirar a cualquier bebé, lo que significa que sienten interés y ternura por cualquier recién nacido. Sin embargo, la pupila de los hombres sólo se dilata cuando miran a su propio hijo, y se contrae cuando miran a otros bebés”.
Les dijo que tengo ejemplo en casa, pues desde que nació eduardito, su papá ya no duerme tan profundo como antes. Ahora, Orlando no puede escuchar que la cuna suena en la madrugada porque sale disparado de la cama. Cada vez que puede, se para a darle una vuelta; lo toca a ver si respira, lo arropa, le arregla los brazos, le recoge el chupón, le pone la almohada, en fín.
Esta conducta es cómoda para las madres. En el día, nosotras estamos pendiente de todo: que el bebé coma, de cambiarle los pañales, de lavarle la ropa, y si de paso trabajamos, lo justo es que en la noche descansemos un poco más… y que bueno que los papás están allí para vigilar el sueño de los pequeños.
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