Hace más de un mes que no actualizaba mi blog. La razón: estaba de vacaciones. Creo que pudieron notarlo.
En esta oportunidad me dediqué a descansar. Opté por visitar a los abuelos de Eduardo y permitirles que disfrutaran de su nieto por unos días.
Estuve en Guacara y pocos días en Maracay. Pero primero visitamos a Orlando en Puerto La Cruz.
Aproveché las vacaciones para llevar por primera vez al Gordito a la playa. Les cuento.
Organizamos toda una excursión. Salimos de la casa de mis padres en Guacara rumbo a Isla Larga en Puerto Cabello. Nos acompañaron mis hermanos y sus respectivas parejas. La pasamos súper.
Eduardito gozó hasta más no poder. Mientras esperábamos la lancha, el Gordito no paraba de gritar al ver tanta agua junta. Decía… añá, añá; eso significa bañar.
En la embarcación se portó de maravilla. Pero, mientras ubicábamos un lugar para dejar nuestras cosas la desesperación del bebé por meterse al mar iba en aumento.
La única manera de sacarlo del agua fue dormido. Nada de jugar con arena, menos quedarse un rato en esos huequitos que los padres le hacen a los chicos y llenan con agua para que crean que están bañándose. Él lo que quería era playa, más nada.
Ahora espero el día que pueda llevarlo nuevamente, mientras lo seguiremos enseñando a nadar en la piscina los fines de semana.
Las vacaciones nos permitieron, más que todo al bebé, compartir con la familia.
El Gordito conoció un poco más a los abuelos, tías, tíos, primos y amigas y amigos; y aprendió un montón de cosas; entre ellas: pedir la bendición juntando las manos, lanzar besitos, decir si y no con la cabeza, a identificar las orejas y la nariz, también dice mamá y papá cuando le provoca y corre como todo un atleta.
Un abrazo para todos.
En esta oportunidad me dediqué a descansar. Opté por visitar a los abuelos de Eduardo y permitirles que disfrutaran de su nieto por unos días.
Estuve en Guacara y pocos días en Maracay. Pero primero visitamos a Orlando en Puerto La Cruz.
Aproveché las vacaciones para llevar por primera vez al Gordito a la playa. Les cuento.
Organizamos toda una excursión. Salimos de la casa de mis padres en Guacara rumbo a Isla Larga en Puerto Cabello. Nos acompañaron mis hermanos y sus respectivas parejas. La pasamos súper.
Eduardito gozó hasta más no poder. Mientras esperábamos la lancha, el Gordito no paraba de gritar al ver tanta agua junta. Decía… añá, añá; eso significa bañar.
En la embarcación se portó de maravilla. Pero, mientras ubicábamos un lugar para dejar nuestras cosas la desesperación del bebé por meterse al mar iba en aumento.
La única manera de sacarlo del agua fue dormido. Nada de jugar con arena, menos quedarse un rato en esos huequitos que los padres le hacen a los chicos y llenan con agua para que crean que están bañándose. Él lo que quería era playa, más nada.
Ahora espero el día que pueda llevarlo nuevamente, mientras lo seguiremos enseñando a nadar en la piscina los fines de semana.
Las vacaciones nos permitieron, más que todo al bebé, compartir con la familia.
El Gordito conoció un poco más a los abuelos, tías, tíos, primos y amigas y amigos; y aprendió un montón de cosas; entre ellas: pedir la bendición juntando las manos, lanzar besitos, decir si y no con la cabeza, a identificar las orejas y la nariz, también dice mamá y papá cuando le provoca y corre como todo un atleta.
Un abrazo para todos.
