Recientemente salimos Orlando y yo con el gordito a comer pizza. Como a Eduardo le encanta comer, ver tanta gente degustando el delicioso platillo le despertó el apetito.
Empezó a gritar como si reclamara que quería su pizza rápido y el resto de los niños que estaban en el lugar lo imitaron, era como si le hubiesen entendido y se respondieran en su lenguaje.
El alboroto era tal que Orlando decidió salir con Eduardo del local a distraerlo mientras nos servían la comida, porque ni siquiera el chupón lo calmaba.
De inmediato unas mujeres que estaban en la mesa de atrás iniciaron otro tema de conversación y, como me había quedado sola, sin querer escuché todo lo que hablaban.
Estaba de espaldas a ellas, así que no había visto sus rostros. Por lo que decían concluí que no tenían idea de lo que hablaban.
Seguro no tienen hijos –pensé-. Con discreción miré quienes eran: un par de chicas, no mayores de 24 años, creo. Tenían pinta de universitarias y estaban muy bien vestidas. (Si fuera hombre les diría que estaban buenotas).
Intercambiaban sus opiniones sobre salir de casa con los hijos o dejarlos en la casa.
“Ni loca voy yo con un muchacho al banco, imagínate esa gritadera y la gente mirándote feo”, dijo una.
Su amiga le respondió: “Y ni hablar de ir a la peluquería con un ‘sute’. Será para que el tinte te quede mal por andar detrás del niño que grita y corre y que todos ven porque no se queda tranquilo”.
Ciertamente, salir con un niño no es cosa fácil, pero todo depende de cómo lo asuman los padres.
Compartir con los hijos y enseñarle el mundo no debe causarnos temor, por el contrario, creo que a medida que les permitimos conocer a otras personas y desenvolverse en distintas situaciones lo hará una persona más segura.
Además, ver cómo se comparta el pequeño en distintas situaciones nos permitirá corregir su conducta a tiempo, enseñándole disciplina y buenas costumbres.
Esas muchachas no tienen idea lo espectacular que es disfrutar un hijo. Bueno, para saberlo obligatoriamente hay que tener un muchacho y comerse las verdes y las maduras.
A veces por BOCONAS hablamos más de la cuenta y nuestros comentarios en un futuro nos pasan la factura.
Probablemente en unos meses o años, las muchachas de la pizzería se convertirán en madres y quizás no tendrán quien se los cuide para ir a ponerse las uñas o a secarse el cabello. Entonces tendrán que cargar con su 'sute' y enseñarle buenas costumbres para que no incomoden al resto de la humanidad.
Empezó a gritar como si reclamara que quería su pizza rápido y el resto de los niños que estaban en el lugar lo imitaron, era como si le hubiesen entendido y se respondieran en su lenguaje.
El alboroto era tal que Orlando decidió salir con Eduardo del local a distraerlo mientras nos servían la comida, porque ni siquiera el chupón lo calmaba.
De inmediato unas mujeres que estaban en la mesa de atrás iniciaron otro tema de conversación y, como me había quedado sola, sin querer escuché todo lo que hablaban.
Estaba de espaldas a ellas, así que no había visto sus rostros. Por lo que decían concluí que no tenían idea de lo que hablaban.
Seguro no tienen hijos –pensé-. Con discreción miré quienes eran: un par de chicas, no mayores de 24 años, creo. Tenían pinta de universitarias y estaban muy bien vestidas. (Si fuera hombre les diría que estaban buenotas).
Intercambiaban sus opiniones sobre salir de casa con los hijos o dejarlos en la casa.
“Ni loca voy yo con un muchacho al banco, imagínate esa gritadera y la gente mirándote feo”, dijo una.
Su amiga le respondió: “Y ni hablar de ir a la peluquería con un ‘sute’. Será para que el tinte te quede mal por andar detrás del niño que grita y corre y que todos ven porque no se queda tranquilo”.
Ciertamente, salir con un niño no es cosa fácil, pero todo depende de cómo lo asuman los padres.
Compartir con los hijos y enseñarle el mundo no debe causarnos temor, por el contrario, creo que a medida que les permitimos conocer a otras personas y desenvolverse en distintas situaciones lo hará una persona más segura.
Además, ver cómo se comparta el pequeño en distintas situaciones nos permitirá corregir su conducta a tiempo, enseñándole disciplina y buenas costumbres.
Esas muchachas no tienen idea lo espectacular que es disfrutar un hijo. Bueno, para saberlo obligatoriamente hay que tener un muchacho y comerse las verdes y las maduras.
A veces por BOCONAS hablamos más de la cuenta y nuestros comentarios en un futuro nos pasan la factura.
Probablemente en unos meses o años, las muchachas de la pizzería se convertirán en madres y quizás no tendrán quien se los cuide para ir a ponerse las uñas o a secarse el cabello. Entonces tendrán que cargar con su 'sute' y enseñarle buenas costumbres para que no incomoden al resto de la humanidad.
1 comentario:
Jajaja colega, está demasiado bueno eso de las boconas, pues uno nunca sabe lo que el futuro les tiene preparado, pues aunque ciertamente salir con nuestros hijos puede ser difícil es una experiencia divina y única... mejor que las mejores uñas, peinado o un par de zapatos de última moda. No hay nada más genial que regresar a casa con la ropa llena de helado, cansado y con un moribundo globo de helio por el cual que nos sacaron los ojos... ¡¡¡ese el el precio de ser padres, qué vivan los niños!!!
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