Aunque no es de católicos creer en el llamado Mal de Ojo, debo admitir que en ocasiones, de que vuelan, vuelan.
Cuando mi hijo no llegaba ni a los dos meses de vida, presentó una diarrea de tres días continuos. Lloraba sin descanso, no comía… Me resistía a creer que se trataba de algo tan malo, pues quién se atrevería a mirar con intenciones distintas a las del bien a un pequeño inocente.
Hace unos días pasé de nuevo un susto que no deseo a nadie. Eduardito estuvo bien en todo momento. A eso de la una de la madrugada, el niño lloraba, lloraba y de repente comenzó a gritar, gritar, gritar.
Se retorcía de una forma espantosa. Desarrolló una fuerza que no se de dónde la sacó. No abría los ojos, me golpeaba… Pensé: ¿tendrá cólicos?.
Pero Eduardito no había comido nada que pudiera ocasionarle dolor de estómago, además, se antojó de un jugo de lechosa y al terminárselo, lo vomitó todo.
No tuve otra opción y recordé que el Mal de Ojo siempre es un diagnóstico en estos casos. Comencé a rezar, no podía ver a mi gordito así. De pronto cayó desmayado y durmió tranquilo.
Que Dios perdone el alma de quienes ocasionan algo tan terrible a los niños, pues aunque muchos no miran a los pequeños con mala intención, la envidia y otros sentimientos miserables del hombre siempre están allí para recordarnos lo vulnerable que somos ante los demás.
Cuando mi hijo no llegaba ni a los dos meses de vida, presentó una diarrea de tres días continuos. Lloraba sin descanso, no comía… Me resistía a creer que se trataba de algo tan malo, pues quién se atrevería a mirar con intenciones distintas a las del bien a un pequeño inocente.
Hace unos días pasé de nuevo un susto que no deseo a nadie. Eduardito estuvo bien en todo momento. A eso de la una de la madrugada, el niño lloraba, lloraba y de repente comenzó a gritar, gritar, gritar.
Se retorcía de una forma espantosa. Desarrolló una fuerza que no se de dónde la sacó. No abría los ojos, me golpeaba… Pensé: ¿tendrá cólicos?.
Pero Eduardito no había comido nada que pudiera ocasionarle dolor de estómago, además, se antojó de un jugo de lechosa y al terminárselo, lo vomitó todo.
No tuve otra opción y recordé que el Mal de Ojo siempre es un diagnóstico en estos casos. Comencé a rezar, no podía ver a mi gordito así. De pronto cayó desmayado y durmió tranquilo.
Que Dios perdone el alma de quienes ocasionan algo tan terrible a los niños, pues aunque muchos no miran a los pequeños con mala intención, la envidia y otros sentimientos miserables del hombre siempre están allí para recordarnos lo vulnerable que somos ante los demás.
1 comentario:
Dirir mi abuelo mándalo a ensalmar y crúzalo con un azavache..... lo mejor fue lo que hiciste, reza siempre con él antes de llevarlo a la cama porque yo de eso tengo cuentos e historias personales que no son muy buenas....
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