En una oportunidad le reclamé a Orlando que desde que nació Eduardo José prácticamente toda su atención era para el bebé y que me tenía abandonada, pues no compartimos tanto como antes de ser padres.
Él me escuchó -como de costumbre- y luego me explicó sus razones. Gracias a Dios somos una pareja que se comunica y no dejamos pasar las cosas por debajo de la mesa.
Por su trabajo, Orlando está en casa unas 60 horas al mes, repartidas en dos fines de semana. Él se disculpó diciendo que el tiempo que tiene para compartir con el niño es poco, mientras que conmigo es diferente, porque yo soy grande y lo puedo entender.
En efecto, lo entiendo. Lo extraño del caso es que por lo que he escuchado, son los hombres quienes se quejan porque nosotras los olvidamos cuando llegan los bebés.
Cerró con una pregunta que me impactó y sobre la cual he venido reflexionado: ¿No será que estas celosa?.
Con honestidad debo admitir que SÍ, algo de ese sentimiento hay en mí; AUNQUE PAREZCA TONTO. ¿Quién no va a sentir celos cuando ya no es el centro de atracción de la persona que ama?
Al revisar la situación comprendí que Orlando está entre dos amores, uno totalmente distinto al otro. Sin embargo, ha sido constante con ambos, pero con sus respectivas diferencias.
Cuento esto –y ojalá Orlando entienda- porque seguramente muchas mujeres han vivido esta situación y no se atreven a contarla.
Hace unos días, cuando aún me encontraba reflexionando sobre mis “celos”, tropecé con un artículo en la prensa que tocaba el tema, pero desde otra perspectiva que no era precisamente la que me preocupaba a mí, aunque guardaba relación con el tema.
“La llegada de los hijos no es el fin de la intimidad de la pareja”, así se titulaba el reportaje. Recordé un video que vimos en la oficina sobre la Atracción y el Poder de la Mente; no llegó a mí por casualidad, es que necesitaba resolver mi conflicto.
El autor concluía que no hay mejor herramienta para mantener vivo el amor que la creatividad. Además, “buscar que la relación de pareja sea igual como era antes de tener el bebé es imposible”.
Tan simple como eso. Basta estar consciente de esa realidad, aceptarla y disfrutar el amor de ese nuevo ser que llegó a regalar felicidad a la pareja para complementarla, no para deteriorarla.
Él me escuchó -como de costumbre- y luego me explicó sus razones. Gracias a Dios somos una pareja que se comunica y no dejamos pasar las cosas por debajo de la mesa.
Por su trabajo, Orlando está en casa unas 60 horas al mes, repartidas en dos fines de semana. Él se disculpó diciendo que el tiempo que tiene para compartir con el niño es poco, mientras que conmigo es diferente, porque yo soy grande y lo puedo entender.
En efecto, lo entiendo. Lo extraño del caso es que por lo que he escuchado, son los hombres quienes se quejan porque nosotras los olvidamos cuando llegan los bebés.
Cerró con una pregunta que me impactó y sobre la cual he venido reflexionado: ¿No será que estas celosa?.
Con honestidad debo admitir que SÍ, algo de ese sentimiento hay en mí; AUNQUE PAREZCA TONTO. ¿Quién no va a sentir celos cuando ya no es el centro de atracción de la persona que ama?
Al revisar la situación comprendí que Orlando está entre dos amores, uno totalmente distinto al otro. Sin embargo, ha sido constante con ambos, pero con sus respectivas diferencias.
Cuento esto –y ojalá Orlando entienda- porque seguramente muchas mujeres han vivido esta situación y no se atreven a contarla.
Hace unos días, cuando aún me encontraba reflexionando sobre mis “celos”, tropecé con un artículo en la prensa que tocaba el tema, pero desde otra perspectiva que no era precisamente la que me preocupaba a mí, aunque guardaba relación con el tema.
“La llegada de los hijos no es el fin de la intimidad de la pareja”, así se titulaba el reportaje. Recordé un video que vimos en la oficina sobre la Atracción y el Poder de la Mente; no llegó a mí por casualidad, es que necesitaba resolver mi conflicto.
El autor concluía que no hay mejor herramienta para mantener vivo el amor que la creatividad. Además, “buscar que la relación de pareja sea igual como era antes de tener el bebé es imposible”.
Tan simple como eso. Basta estar consciente de esa realidad, aceptarla y disfrutar el amor de ese nuevo ser que llegó a regalar felicidad a la pareja para complementarla, no para deteriorarla.