Posando para mamá

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Foto Jenny Araque

viernes, 10 de octubre de 2008

Bebés que duermen con sus padres


A pesar de que los defensores de que los bebés deben dormir solos han manifestado sus numerosas ventajas, la verdad es que ninguna de ellas se ha demostrado científicamente. La ironía es incluso mayor si se tiene en cuenta que no sólo no se han demostrado, sino que estudios recientes están empezando a comprobar que es más bien lo contrario. Por ejemplo, dormir en solitario se asocia a una mayor independencia, competencia social, alto sentido de la autoestima, buen comportamiento en la escuela, habilidad para tolerar el estrés y clara identidad sexual, pero curiosamente es el colecho el que está demostrando tales características. Veamos las conclusiones de algunos estudios reales:

En un estudio realizado sobre niños de clase media ingleses, se vio que aquéllos que nunca durmieron con sus padres eran más dificil de controlar y menos felices, y tenían mayor número de rabietas. Curiosamente, estos mismos niños tenían mucho más miedo a la hora de ir a dormir que aquéllos que habían dormido siempre con sus padres.

Un estudio entre padres de 86 niños en clínicas pediátricas y psiquiátricas (entre 2 y 13 años) en bases militares americanas, reveló que los niños que dormían con sus padres destacaban por su mejor comportamiento ante sus maestros en relación a sus compañeros, y que apenas acudían a consultas psiquiátricas. Los autores citan que “contrariamente a lo que esperábamos, los niños que no habían tenido atención profesional por problemas emotivos o de conducta practicaban más colecho que los niños que sabíamos que habían recibido atención psiquiátrica.” Los mismos resultados se obtuvieron en una muestra de niños que ocasionalmente dormían con sus madres (cuando los padres estában ausentes), un hecho que se opone directamente a la manera de pensar tradicional.

En Inglaterra, también se descubrió que los niños que duermen solos son más difíciles de llevar (según sus padres) y que soportan peor las situaciones de estrés. Estos niños también se consideran mucho más dependientes de sus padres comparados con los que duermen con ellos.

En una encuesta en una universidad, se observó que aquellos individuos masculinos que compartieron cama con sus padres desde el nacimiento hasta los cinco años poseían significativamente mayor autoestima, experimentaban menor culpa y ansiedad, y tenían mayor frecuencia de relaciones sexuales. Los chicos que practicaron colecho entre los seis y once años, también mostraron una mayor autoestima. Para las mujeres, el colecho durante la infancia estaba más relacionado con un mayor confort y naturalidad en sus relaciones físicas y afectuosas como adultos. El estudio demuestra la falsedad de la creencia de que los problemas psicosociales están derivados del colecho; más bien resulta lo contrario.

En un estudio realizado en Euskadi, se descubrió que las mujeres que practicaron colecho de pequeñas tenían una mayor autoestima en comparación con aquéllas que no lo hicieron. De hecho, el colecho parece que promueve la seguridad, autoestima e intimidad, reflejando posiblemente una actitud de aceptación por parte de los padres.

Y en el mayor y más sistemático estudio realizado hasta ahora por J. Mosenkis de la Universidad de Chicago se encontró que los adultos más optimistas y positivos son aquellos que practicaron colecho de pequeños. Este estudio analizó alrededor de 1.400 individuos de cinco grupos étnicos diferentes, desde Chicago hasta Nueva York. Una de las características comunes en todos ellos, es que los que habían dormido acompañados demostraban una mayor satisfacción por la vida. Pero el descubrimiento de mayor relevancia que hizo Mosenkis fue más allá de intentar determinar las causas entre las maneras de dormir y las características o experiencias en la edad adulta. Su mayor hallazgo fue la interpretación de que el colecho tiene que ser entendido dentro del contexto específico de cada cultura y de la naturaleza de las relaciones que tiene el niño con su entorno familiar. Por lo tanto, es probablemente cierto que ni el colecho ni el dormir a solas tengan una relación tan directa con el comportamiento de adulto de un bebé como el propio entorno. De hecho, la disposición a la hora de dormir puede mejorar o agravar el tipo de relaciones que sostiene un niño durante el día. Así que, en lugar de indicar que cierto tipo de "forma de dormir" produce una personalidad específica, sería más acertado pensar que cada método forma parte de una manera de educar y que es esta manera de interactuar con el niño la que condiciona su personalidad de adulto, incluso más que sus propias características personales. (crianzanatural.com)

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Publicado el 08-10-2010