Posando para mamá

Posando para mamá
Foto Jenny Araque

martes, 17 de julio de 2007

¡De que vuelan, vuelan!


Aunque no es de católicos creer en el llamado Mal de Ojo, debo admitir que en ocasiones, de que vuelan, vuelan.

Cuando mi hijo no llegaba ni a los dos meses de vida, presentó una diarrea de tres días continuos. Lloraba sin descanso, no comía… Me resistía a creer que se trataba de algo tan malo, pues quién se atrevería a mirar con intenciones distintas a las del bien a un pequeño inocente.

Hace unos días pasé de nuevo un susto que no deseo a nadie. Eduardito estuvo bien en todo momento. A eso de la una de la madrugada, el niño lloraba, lloraba y de repente comenzó a gritar, gritar, gritar.

Se retorcía de una forma espantosa. Desarrolló una fuerza que no se de dónde la sacó. No abría los ojos, me golpeaba… Pensé: ¿tendrá cólicos?.

Pero Eduardito no había comido nada que pudiera ocasionarle dolor de estómago, además, se antojó de un jugo de lechosa y al terminárselo, lo vomitó todo.

No tuve otra opción y recordé que el Mal de Ojo siempre es un diagnóstico en estos casos. Comencé a rezar, no podía ver a mi gordito así. De pronto cayó desmayado y durmió tranquilo.

Que Dios perdone el alma de quienes ocasionan algo tan terrible a los niños, pues aunque muchos no miran a los pequeños con mala intención, la envidia y otros sentimientos miserables del hombre siempre están allí para recordarnos lo vulnerable que somos ante los demás.

lunes, 9 de julio de 2007

¿Mujeres Jirafas?


Por cuestiones del trabajo debo revisar el diario Vea; allí viene encartado un suplemento cultural cuyo nombre no recuerdo, pero en el que leí recientemente un artículo que llamó mi atención.

El texto en cuestión se titulaba: Las mujeres jirafa.

Descubrir lo que por cultura o religión somos capaces de hacer los seres humanos es algo que siempre me impacta.

Una costumbre incomprensible, pero respetada por las “cuello largo”. Sí, mujeres que han estirado su cuello hasta más de 30 centímetros, tras la colocación de varios anillos en medio de ritos religiosos. Esto ocurre en Myanmar, antigua Birmania.

Al principio, los collares tenían fines de protección. En la actualidad, las mujeres de la etnia padaung han optado por no lucir más los anillos para evitar deformaciones.

Sepan que en cierta época y como castigo, a las mujeres jirafas les retiraban las lujosas prendas como castigo a conductas infieles con el marido, lo que les originaba la muerte por la incapacidad de controlar el peso de la cabeza en relación con la altura del cuello.

Imagínense en una sociedad como la nuestra, hoy, a la vuelta de la esquina, una venezolana al mejor estilo padaung.

Si no te roban los collares los amigos de lo ajeno al pasear por un centro comercial, tendrías que ser la mujer más correcta y no voltear ni por equivocación a echarle una miradita a cualquier galán por temor a perder la vida por adúltera. ¡Cosas que tiene la vida!


Mis reportajes en El Crítico

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Publicado el 08-10-2010